En La fiesta del Chivo, Mario Vargas Llosa, acaso el último sobreviviente del boom, nos presenta a un tirano decadente; enfermo de poder, sanguinario, ninfómano e incapaz de controlar su esfínter: “El chivo” Rafael Leónidas Trujillo, quien fuera dictador de la República Dominicana por largos años, sembrando terror y odio, es decir un personaje que fácilmente tiene su sinónimo en la historia de cada país latinoamericano.
Es la historia del Chivo, pero también la de los rebeldes que conjuran para asesinarlo y la de Urania (este personaje sí inventado por Vargas Llosa) hija de uno de los allegados más íntimos de Trujillo, quien se fue a vivir a los EEUU y ahora regresa a Santo Domingo (esta historia sucede en el futuro) para enfrentar a su padre y recordar el porqué se fue de la isla.
Novela siempre entre los límites de lo complejo y lo complicado, que si le soportas los primeros capítulos después ya no puedes soltar (típico del peruano) y con la que puedes tener un acercamiento histórico a un país cuya historia no es tan conocida (a pesar de que en sus tiempos Trujillo saliera en las portadas de los diarios a nivel mundial).
“…millones de personas, machacadas por la propaganda, por la falta de información, embrutecidas por el adoctrinamiento, el aislamiento, despojadas del libre albedrío, de voluntad y hasta de curiosidad por el miedo y la práctica del servilismo y la obsecuencia, llegarán a divinizar a Trujillo. No sólo a temerlo, sino a quererlo, como llegan a querer los hijos a los padres autoritarios, a convencerse de que azotes y castigos son para su bien.”
(La fiesta del Chivo, Mario Vargas Llosa)
Álvaro (@alvarogo87)
Leí ese libro hace años y me sigue pareciendo una de las obras más brillantes de Vargas Llosa. Equiparable solamente con Conversaciones en la Catedral.
Altamente recomendable.