Olinka, Antonio Ortuño

Olinka portada

“Y Estrella salió de la escena con sus pasitos de hada. La recepcionista ya estaba concentrada en algo más. Al mundo, como siempre, le resultaba sencillo olvidarse de que Blanco se paseaba por él”.

“A mí me parece la misma cosa (la ciudad). Envejece pero no cambia.”

– Olinka, Antonio Ortuño

Aurelio Blanco es el Edmond Dantès versión tapatía, siglo XXI. Pero los tiempos cambian y los ex presidiarios que pisaron la cárcel a raíz de una traición ya están más interesados en el dinero que en recuperar su honor. Además, el mundo se transforma más rápido que nunca y 15 años de carcel han oxidado a Aurelio, quien se sorprende al encontrar una Guadalajara que ahora crece de forma vertical y en la que la gente carga Smartphones y se manda nudes por WhatsApp.

Cada ciudad y cada época produce a sus personajes y Aurelio es producto de una ciudad plagada de grúas que levantan torres inmobiliarias que celebran la inflación de una ciudad cimentada en el lavado de dinero. Un sitio que por encima presume “su cultura”, su feria del libro y su rotonda de jaliscienses ilustres, pero que en el fondo se interesa solamente por las apariencias y por la riqueza material. Riqueza que anhela desde el policía, hasta el empresario e incluso las mosquitas muertas como Aurelio, salidas de una clase media sin movilidad social. Riqueza a cualquier costo y por cualquier medio; que no se entrometa la conciencia, que no estorbe la moral, ¡que sean otros pobres diablos los que decidan no ensuciarse las manos!

Guadalajara, ¡malos tiempos para hacerte una novela! Olinka es el poema violento que no sabíamos que nos hacía falta para describir esta narcociudad en 2019; en plena burbuja inmobiliaria, mientras la gente desaparece de las calles sin dejar rastro y mientras nosotros nos auto confortamos pensando que al fin y al cabo “en algo malo debieron de andar metidos”. Es una historia entretenida, sí, pero también comprometida con poner el dedo justo en una de las llagas más vivas. Y obvio, la reflexión aplica para todo México, pero por algo el irónico prefacio que reza “El Departamento del Tesoro de Estados Unidos difunde, periódicamente, un listado de negocios mundiales a los que acusa de lavar dinero para el crimen organizado. Más de la mitad del listado mexicano está conformado por empresas localizadas en Guadalajara. Un bonito lugar”.

Que Ortuño sea el narrador es un lujo, pues no le tiene miedo a meterse en el peligroso juego de las metáforas que a muchos conduce a la rimbombancia, pero que él domina muy bien y del cual extrae frases muy amenas. ¡Y qué ritmo! ¡qué tensión! Es el tipo de texto que te obliga a buscar entre los pequeños ratos libres del día para ganarle algunas páginas. Hay alguno que otro pecadillo telenovelesco y seguramente me estoy dejando llevar un poco por la emoción de recién haber cerrado el libro y de tratarse de mi propia ciudad, es más, seguramente hay plumas más brillantes allá afuera, pero hay que aprender a ocuparnos con lo leído hoy y no añorar el clásico que leímos ayer o el escritor de apellido impronunciable que se nos antoja leer mañana; hoy acabo de leer a Ortuño y fue genial.

Álvaro (@alvarogo87)

Foto: https://pxhere.com/es/photo/904963

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