Escribías mejor cuando te metías mierda y media, flaco. Antes de que le bajaras al rock para subirle a la trova y tenías más de músico inmoral e inadaptado que de cantautor cansado. Eras más divertido cuando contabas historias sobre travestís y amoríos de bares baratos, que cuando te pusiste a escribirle canciones a tus hijas. También creo que a tu setlist en vivo le urge una desempolvada; en las recientes giras (las que le tocaron a mi generación) se volvió medio predecible. Descuida, quizás no sea tu culpa, sino de los años. Ya decías tú que “el destino es un maricón”.
Sí, extraño a este Joaquín:
Pero el Joaquín que nos queda, medio apagado y todo, me ha hecho notar que, aunque con los años yo he cambiado un montón, tu música es uno de los pocos gustos que mantengo. Y que aunque a veces he perdido el hábito de escucharte a diario, nunca he dejado de escucharte más o menos seguido. Pero sobre todo me ha hecho notar que todavía recuerdo tus lecciones, que memoricé cantando.
Álvaro (@alvarogo87)
Me encanto