“Lleve sus boletos para Calamardo, lleve sus boletos para Calamardo”, gritaba el revendedor con el que me topé al salir de la estación del metro Auditorio, la segunda vez que me tocó ver a Andrés en vivo. Y es que en México puede ser vox pópuli llegar a confundirlo con un personaje de Bob Esponja, ya que nunca nos lo pasaron por la radio, y aun así es grande entre sus masas de fans fieles que llena sin problemas el Auditorio Nacional. Nos pareció hasta lastimosa la espera que soportamos para tenerlo de gira por primera vez, acá en la tierra con la cual su principal aliado (Scornik) tiene un vínculo profundo, pero igual una espera que se ha encargado de compensar recientemente.
Casi siempre con menos seriedad de la que le solemos cargar, el Salmón es un argentino muy español que no acostumbra filtros, ni en su voz carrasposa ni en sus opiniones: se va a morir defendiendo la mariguana y la tauromaquia. Con suerte se va a morir también haciendo música.
Larga vida Salmón y gracias por los buenos ratos.
P.D. Mejor ya no te juntes con Bunbury.
Álvaro (@alvarogo87)