Perros sin nombre, Gabriel Rodríguez Liceaga

Image result for PERROS SIN NOMBRE

“Uno ya no puede salir de casa sin que Dios lo acabe bendiciendo en contra de su voluntad”

– Mira nuestros pies, Gabriel Rodríguez Liceaga

Conocí a Gabriel Rodríguez Liceaga el “Neb” por mera casualidad. Yo había ido a una entrevista de trabajo en una de esas oficinas ubicadas casi hasta el fondo de Santa Fe, por donde es raro el peatón. Gabriel resultó ser mi entrevistador y recuerdo que le agradó que cargara ñoñamente conmigo Dormir al sol de Bioy Casares, que era lo que yo andaba leyendo en el transporte público por entonces, aunque no le encantó el hecho de que mi blog llevara la palabra “cronopios” en el nombre. Para cuando me volvió a contactar yo ya había entrado a otra chamba, pero quedó en el aire la ligera promesa de que compraría uno de sus libros algún día. Tres años después encontré Perros sin nombre en El Sótano y decidí comprobar si el “Neb” de papel era tan entretenido como su cuenta de Twitter, su columna en Chilango o su ya famosa colección de separadores extraordinarios.

Este conjunto de relatos entra en esa categoría de libros que puedes terminar en una sola tarde. Sus 9 cuentos son en gran medida producto del imaginario social de mi generación: ex niños de los 80s/90s que crecimos pegados al Nintendo, fantaseando con las Tortugas Ninja, memorizando capítulos de Los Simpson y todavía más al pendiente del futbol mexicano que del europeo. La materia prima es el lenguaje que escuchábamos a nuestro alrededor y que los maestros de ideas caducas intentaron hacernos creer que no pertenecían al mundo editorial, el cual incluye palabras y expresiones como: “guácala”, “chingadazos”, “le molesta un chingomadral, le cae en la punta de la verga” o “invita unas fundas”. Los personajes son gente común que se parecen a nuestros conocidos, amigos, primos o hasta a nosotros mismos y los cuales son presentados de forma cruda, con sus virtudes y aberraciones, y sin corrección política alguna. Las situaciones, esas sí, son muchas veces sanamente inverosímiles.

Es verdad que a veces las narraciones caen en excesos decorativos del tipo “Al pasto se le pone la piel de gallina”, pero la mayor parte del tiempo predomina un tono irónico y poco solemne que ayuda a que todo fluya bien. El primer cuento fue para mí el más rico tanto en tensión narrativa como en imágenes, supongo que por eso fue colocado al inicio; hay que abrir con la mejor apuesta, como en las tandas de penales. Naturalmente algunos cuentos son mejores que otros (el libro de cuentos uniformemente buenos es un mito, resignémonos) pero en general el nivel es muy decente.

Quién sabe si alcancen para ser textos universales, quizás a alguien con los ojos mucho más rasgados le resulte difícil encontrarles el saborcito, pero para uno que es latinoamericano eso no debería importar. Yo digo que le den una oportunidad, y no para cumplir con ese viejo mandamiento de “hay que consumir lo mexicano”, sino porque seguramente se la pasarán mucho mejor que perdiendo el tiempo explorando el gris catálogo de Netflix antes de acabar viendo una película que, muy probablemente, resultará mediocre.

Álvaro (@alvarogo87)

 

Foto: https://pxhere.com/es/photo/1186756

Leave a Reply

Fill in your details below or click an icon to log in:

WordPress.com Logo

You are commenting using your WordPress.com account. Log Out /  Change )

Facebook photo

You are commenting using your Facebook account. Log Out /  Change )

Connecting to %s