“Ya no hay lugar para las almas universales, salvo quizás en la Antártida o en alta mar”.
“Hasta el caso de conmoción cerebral, totalmente replegado en sí mismo, absorto en el proceso de su propia extinción, vive la muerte con más intensidad que yo la vida”.
(Vida y época de Michael K, J.M. Coetzee)
Vida y época de Michael K, cuenta la vida de un sudafricano con labio leporino, inteligencia lenta y profundas dificultades para socializar, que tiene que hacerse cargo de su madre enferma, quien no podría despreciarlo más y a la que carga en una carretilla, en medio de una guerra civil sudafricana (inventada por Coetzee); un road trip deprimente que te hará preguntarte si en realidad este mundo necesita un concepto como el infierno… o sea que si no te gustaba Remi ni esas cosas tristes, esta no es tu novela.
Contada en tres partes; la primera es más árida que las otras dos, aunque desconsoladoras no dejan de ser ninguna de las tres, ya que Michael K es un personaje que nos deprime hasta el fondo, que no encaja en ningún lado y cuya vida no tiene sentido, y debe de ser por eso que nos identificamos a un nivel muy profundo con él.
Una lectura que me llegó a marear y cansar, por lo que tuve que dejarla descansar un tiempo antes de terminarla, pero probablemente ese vértigo es un logro que estaba buscando Coetzee al escribir.
El autor ganó el premio Booker con este libro en 1983, después, en 1999, se convertiría en el único en ganarlo en dos ocasiones, con Desgracia; el Nobel se lo entregarían cuatro años después. Y sé que es muy cómodo decirlo en 2016, pero su prosa está a la altura de los honores. Además ha sido siempre en vida y en obra un enemigo frontal del racismo.
Álvaro (@alvarogo87)