Ubik, Philip K. Dick

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En mi última visita a la FIL compré Ubik casi de forma azarosa. El nombre de Philip K Dick se posicionaba desde hace mucho en mi cabeza por Blade runner y por la vaga noción de que está asociado con alguno de esos lugares de respeto en el imaginario de la ciencia y ficción. El empujón final para decidirme a leerlo me lo dio Rodrigo Fresán con sus elogios desmedidos hacia el autor estadounidense en Mantra.

El principal detalle incómodo que encontré en este libro, es que Philip K. Dick se pasa la primera parte de la novela describiendo un “futuro lejano” para él, que en realidad es un pasado alterno para nosotros, pues el texto arranca en 1992. Un entorno noventero en el que hemos colonizado la luna y existe la semivida después de la muerte. En el mejor de los casos estas predicciones nos despiertan curiosidad por ver cómo se imaginaba la ciencia ficción el futuro en 1969, algo parecido a lo que nos sucede cuando hoy en día vemos un capítulo de los Supersónicos; en el peor de los casos, hace que el planteamiento sea un poco tedioso.

Pero superada la introducción y una vez que decides comprarle al autor las reglas del universo planteado, la novela despega y no para. En cierto punto, la trama se asemeja a la de las historias de superhéroes, pero pronto madura convirtiéndose en una compleja historia que reta la elasticidad de nuestra imaginación, planteándonos preguntas sobre la vida después de la muerte y la percepción de la realidad, arrojándonos también un par de vueltas de tuercas que nos dejarán pensando un buen rato tras cerrar el libro, al estilo Inception.

La contraportada acierta al nombrarlo como una fuente de inspiración para películas como Abre los ojos y Matrix (aunque diría yo que mucho más de Abre los ojos). Yo agregaría que quizás el final me llevó a pensar un poco en Tlön Uqbar Orbis Tertius.

Que te romperá la cabeza un poco, eso seguro.

“La gente yerra por completo cuando se imagina el infierno: el infierno es un lugar frío; todo lo que hay en él es frío. El cuerpo significa peso y calor; ahora, el peso es para mí una fuerza a la que sucumbo, y el calor algo que me abandona. Y que, a menos que yo renazca, no volverá nunca a mí. Este es el destino de todo el universo, así que por lo menos no estaré solo”.

“Contempló a la muchacha, deteniéndose en su cabello negro y espeso y su boca sensual; sintió en su interior el despertar de desolados anhelos, deseos inútiles y nebulosos que no conducían a ninguna parte y volvían vacíos hacia él, completando un círculo perfecto”.

– Ubik, Philip K. Dick

 

Álvaro (@alvarogo87)

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